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Los retos de la industria del automóvil ante la transición energética

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El futuro de la industria del automóvil está lleno de incertidumbre. El sector se encuentra ante uno de los desafíos más importantes de su historia. Los grandes fabricantes se enfrentan a una crisis de consumo, que también afecta a los proveedores de materiales metálicos. La realidad es que, los consumidores cada vez están más comprometidos con la movilidad sostenible, como demuestra la caída drástica de ventas de coches diésel. Esta conciencia medioambiental se refleja, también, en medidas de limitación del tráfico en las grandes ciudades y en la restricción de emisiones de la Unión Europea. A esto hay que sumar la enorme influencia de la transformación tecnológica que afecta a todos los sectores.

El reto de la movilidad: nuevos hábitos y sostenibilidad como factores clave

Según un informe de PwCel coche del futuro será eléctrico, autónomo, compartido, conectado y actualizado cada año. Señala también que, para el año 2030, el cambio será importantísimo por el impacto de la tecnología y de la movilidad compartida. De esta forma, en Europa se espera una reducción del parque de vehículos del 25%, mientras que en EE.UU. se estima que será de un 22%. De camino a este escenario, los ajustes en la producción no se han hecho esperar. Aún así, hay fabricantes que no la han reducido y apuestan por nuevos vehículos, además de la transformación que exige el mercado en cuanto a, por ejemplo, híbridos.

Por su parte, el Instituto de la Economía Digital de ESIC (ICEMD) presentó el pasado mes de octubre el estudio "El futuro de la Automoción". En el documento se analiza cómo la transformación digital afectará en un futuro cercano al sector, que se encuentra inmerso ya en una época de profundo cambio. El rápido crecimiento de las ciudades, que reúnen a la mayor parte de la población mundial en una superficie reducida, exige soluciones de moviilidad innovadoras, sostenibles y personalizadas, que eviten que los vehículos permanezcan estacionados más del 95% del tiempo. La extensión del uso compartido de los coches y las restricciones al tráfico en entornos urbanos para reducir su impacto ambiental son también factores a tener en cuenta.

La conocida como Industria 4.0 ya ha revolucionado la producción de automóviles, tanto a nivel de diseño como operatividad. La impresión en 3D para reducir costes, la automatización de procesos, la robotización y la aplicación de tecnologías novedosas como el blockchain para definir los precios, así como la conducción autónoma serán protagonistas en la industria automotriz de los próximos años. Además, han irrumpido en el sector proveedores tecnológicos para trabajar la conectividad y ofrecer servicios de entretenimiento. Es más, los automóviles conectados abren una nueva vía de obtención de ingresos. La enorme cantidad de datos que genera el consumo de información y entretenimiento supone un mercado novedoso a monetizar. 

Robots en la producción de automóviles

La transformación profunda de la industria de la automoción

La digitalización, la conectividad, la conducción autónoma, la electrificación, la personalización, el auge del vehículo compartido... la incertidumbre del sector se ha trasladado también al consumidor, que prefiere esperar a que se perfeccionen las nuevas tecnologías para adquirir un vehículo nuevo. Los más jóvenes —la generación Z— apuestan por el car sharingen lugar de tener un coche en propiedad, un símbolo de estatus para las generaciones anteriores. El automóvil se percibe ahora como un medio de transporte más, por lo que las marcas han visto reducido su poder e influencia en los consumidores en las últimas décadas. De este modo, la demanda de servicios de coches compartidos se espera que no deje de crecer en los próximos años.

Así, el 2020 ha comenzado con operaciones corporativas de fusión en las siderúrgicas. En el sector de aceros especiales, el proceso se puede acelerar por la caída internacional de las matriculaciones, que se espera que continúe a lo largo del año. De hecho, la industria del automóvil es su principal cliente, con casi un 70% de las ventas, lo que pone de manifiesto un exceso de capacidad de los proveedores.

El reto del coche eléctrico y la demanda creciente de metal

Aunque el aumento de las ventas es muy lento, en la línea de la confianza del consumidor, con la electrificación del transporte ha crecido notablemente la demanda de cobre y sus aleaciones. Son fundamentales en la producción del coche eléctrico, dada su excelente conductividad y resistencia a la corrosión. Al cobre hay hay que añadir el cobalto, el litio y el níquel, con los consiguientes problemas de suministro y precios. En el caso del manganeso, su demanda proviene de la industria del acero fundamentalmente, aunque se verá impulsada por la producción de baterías NMC. 

De hecho, la cuestión de las baterías es uno de los grandes desafíos del sector de la movilidad eléctrica. Las compañías tendrán que valorar la rentabilidad de la producción propia, que exige una importante inversión en I+D. Asimismo, las vistas están puestas ya en la reducción del uso del cobalto, dado la escasez de este mineral. Por esta razón BMW propone una aleación basada en níquel, cobalto y aluminio que contiene un tercio menos que las comunes de níquel, manganeso y cobalto. Baterías más ligeras, potentes y menos contaminantes es el objetivo para el que IBM trabaja en una alternativa a los metales pesados basada en agua de mar.

Si España quiere fabricar coches eléctricos, lo óptimo será que cuente con plantas de baterías, lo que exige toda una reorganización del sector. Además, no hay que perder de vista que el coche eléctrico necesita hasta un 30% menos de piezas. Esto reduce las horas de trabajo y de operarios necesarios para la fabricación. En resumen, el futuro del sector del automóvil pasa por una reconversión completa, que va mucho más allá de replantearse la producción.

Robots en la producción de automóviles Tesla