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Reciclaje de chatarra de metal: una apuesta por la sostenibilidad
El reciclaje genera un gran impacto en el medio ambiente, por la reducción de emisiones y del nivel de residuos que implica. Así, la recuperación y transformación de la chatarra metálica es un sector en constante crecimiento. Con esta actividad sostenible y eficiente energéticamente se consigue, además, un enorme ahorro en recursos naturales. La importancia del reciclaje de metales es, por tanto, muy relevante en la lucha contra el calentamiento global.
Las energías renovables, una oportunidad para el cobre y el aluminio
La guerra comercial entre Estados Unidos y China, los principales demandantes de estas materias primas, así como los síntomas de crisis económica, están provocando apuros en los mercados al cobre y al aluminio. La reducción de la demanda es clave para la caída de los precios de este último año. Pero, con la sostenibilidad en el punto de mira, la situación puede cambiar en breve por dos razones principales:
La lucha contra el plástico y la apuesta por materiales reutilizables como el aluminio, que es un material reciclable al 100%. Además, el uso de aluminio reciclado implica un gran ahorro de energía y de emisiones en comparación con los recursos necesarios para producir metal nuevo. La sustitución de los millones de bebidas embotelladas en plástico por latas de aluminio puede suponer un importantísimo aumento de la demanda de este material.
La energía eólica no deja de crecer, y se está transformando en la fuente renovable de electricidad más relevante a nivel mundial. Para su extensión es imprescindible el cobre, presente en múltiples puntos de una turbina eólica. Además, la posibilidad de reciclar el cobre al 100% lo convierte en una materia prima casi infinita.
Según estadísticas de Eurostat, ya en 2017 la energía renovable representó el 17,5% de la energía consumida en la UE. Asimismo, el consumo de este tipo de energía se duplicó entre 2014 y 2017. En este contexto, el cobre y el aluminio tienen mucho protagonismo, puesto que son materiales imprescindibles para la infraestructura de esta energía limpia.
Además, el cobre resulta imprescindible en áreas como los países en vías de desarrollo, las renovables, la movilidad eléctrica y la construcción sostenible. Según el Instituto Europeo del Cobre, la demanda mundial de cobre crecerá más del 40% hasta 2035, alcanzando los 31 millones de toneladas.
La digitalización, una fuente de demanda que no deja de crecer
El uso de los materiales no férricos aumenta continuamente por su papel en productos tecnológicos como smartphones. Con el uso masivo de la tecnología, el reciclaje de metales resulta fundamental. Así, las chatarras y restos metálicos se pueden reciclar casi hasta el infinito, evitando su costosa extracción. Este proceso, unido a la reutilización, evita emisiones y residuos, y permite un uso más eficiente de los recursos como la energía y el agua.
Cada año se generan entre 20 y 50 millones de toneladas de residuos de equipos eléctricos y electrónicos. Sumando vehículos, electrodomésticos y envases metálicos, el potencial del sector es enorme. Para aprovechar la chatarra metálica es necesario invertir en investigación y en tecnologías de recuperación y clasificación eficiente, como las basadas en sensores. Se logra así la separación de metales no férricos valiosos como cobre, acero inoxidable o latón. El acero, por sus propiedades magnéticas, se separa más fácilmente. Según el IISI, un 34% del acero mundial se reutiliza, convirtiéndolo en el material más reciclado. Además, empleando chatarra en lugar de hierro se puede ahorrar hasta un 76% de energía.
El reciclado de metal es el futuro
Invertir en plantas de tratamiento de chatarra es vital para todos los países, ya que permite garantizar la disponibilidad de materiales muy empleados. Así, lo que parece un problema —la escasez de recursos— puede convertirse en una oportunidad económica, medioambiental y de innovación.