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¿Cuáles son los tipos de corrosión más frecuentes y cómo evitarlos?
¿Cuáles son los tipos de corrosión más frecuentes?
La mayor parte de los procesos corrosivos implican reacciones electroquímicas de reducción-oxidación, si bien los tipos de corrosión dependerán de las condiciones del entorno así como de las características propias del material. La clasificación más habitual es la siguiente:
Corrosión generalizada
También denominada uniforme, se produce de forma homogénea sobre toda la superficie del metal. Provoca un deterioro casi total, siendo la corrosión más dañina. La parte positiva es que es fácil de prevenir. Se presenta sobre todo en la construcción, en materiales férricos que no están aleados con otros inoxidables.
Corrosión localizada
Es más difícil de detectar, por lo que supone un mayor riesgo que la generalizada. Se presenta en puntos concretos del material, según las condiciones del entorno y la propia geometría de la pieza. Estos son los subtipos:
Corrosión galvánica
Se produce cuando hay unión entre metales distintos, ya sea física o eléctrica. El material de menos potencial electroquímico es el que sufre la corrosión. A mayor zona de contacto entre el ánodo y el cátodo, más deprisa se corroe la pieza.
Corrosión por fisuras
Se presenta en zonas estrechas en las que la concentración de oxígeno es menor, por lo que actúan como un ánodo, provocando así la corrosión.
Corrosión por picaduras
También denominada pitting, se produce en materiales pasivados. Al acumularse agentes oxidantes y aumentar el pH del medio, se deteriora la capa pasivada, generándose el proceso corrosivo en zonas localizadas.
Corrosión por cavitación
Se presenta en sistemas de transporte de líquidos construidos con materiales pasivados. Variaciones en la presión del sistema provocan flujos con burbujas de aire, que implosionan contra el material. Se deteriora así la capa pasivada, provocando daños similares, aunque de mayor tamaño, que la corrosión por picaduras.
Por otro lado, encontramos un fenómeno que propicia procesos corrosivos, sobre todo por picaduras. Es la denominada corrosión microbiológica o bacteriana.
¿Cómo controlar la corrosión y proteger los materiales?
Sin duda, la mejor manera de evitar este proceso tan dañino es elegir metales resistentes a la corrosión, como son el acero inoxidable, el aluminio, el titanio, el cobalto, el níquel, los metales nobles (oro, plata, platino), los metales refractarios (niobio, molibdeno, tántalo, tungsteno y renio) y las superaleaciones. Pero, en ocasiones, no es posible elegir ninguna de estas opciones por las condiciones del medio, las dimensiones y geometrías necesarias y los costes. En esta situación, se hace necesario aplicar otros métodos. Estos son los más comunes: